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Lejos de Africa

4 octubre, 2012 No hay comentarios

“Yo tenía una granja en Africa, al pie de las colinas de Ngong….” Isak Dinesen, “Memorias de Africa” (1937)

Así empezaba la romántica descripción, bañada de nostalgia, de una escritora que vivió, en primera persona, la aventura de los pioneros europeos que se establecieron en Kenia  durante las primeras décadas del siglo XX, cuando el país era aún una colonia inglesa.

“Out of Africa” o “Memorias de Africa” como se tradujo la novela al castellano, recorre la vida de su autora a lo largo de los 18 años que vivió en Africa y resalta, tanto la fascinación que siente por el país y su gente, como su azarosa vida personal. El éxito de la novela resarció a la escritora de los malos tragos pasados durante su estancia africana -abandonó el país tras perder su plantación y con el corazón roto- y sacó a la luz la vida cotidiana y las complejas relaciones entre nativos y extranjeros en el país africano durante los años de entreguerras.

Isak Dinesen era el seudónimo de Karen Blixen una indómita danesa que había llegado a Nairobi en 1914  junto a su marido y primo segundo, el barón Bror von Blixen-Finecke (1886-1946), para establecer allí una plantación de café. Karen Dinesen, su nombre de soltera, había nacido en 1885 en Rungstedlund  a 40 kms. de Copenague y pertenecía a una familia de regio abolengo danés. Su padre, militar y político, había llegado hasta EE.UU donde convivió con los indios Chippewa. Sus historias conformaron de alguna forma el carácter independiente y viajero de su hija.

La aventura africana de Karen no salió todo lo bien que habría esperado, pero al convertirla en novela construyó el personaje por el que sería aclamada el resto de su vida. La travesía emocional de esta mujer valiente quedó plasmada en la película que lleva el nombre de la novela “Out of Africa”. Otro de sus famosos cuentos “El festín de Babette también ha sido llevado al cine brillantemente.

Memoria de Africa

Las memorias de Isak Dinesen en Kenia enhebran sus labores como propietaria de una plantación cafetera con una afinada descripción de las tribus somalíes y masais del llamado “Cuerno de Africa”. La escritora escucha ávida las leyendas de los nativos,  transmitidas oralmente de generación en generación y las incorpora a su propia narración. Al contarnos su vida más personal y sus relaciones con el resto de la comunidad extranjera en la Kenia de los años 20 y 30, Dinesen pinta un extraordinario lienzo donde se refleja el devenir cotidiano en las colonias inglesas de la época, y que esconde, muchas veces, tras un velo de romántico espíritu aventurero, una realidad político y social, cuando menos, contradictoria.


Lejos de la ostentación de otras colonias, la casa de la plantación de los Blixen era muy sencilla. La finca está situada a unos 10 Kms. de Nairobi. La casa había sido construida en 1912 por un ingeniero sueco y fue comprada por Karen y su marido a su llegada, en 1914. Allí vivió la escritora, a lo largo de 18 años, la agonía de su ruptura matrimonial, la enfermedad que le acompañaría por vida y el amor apasionado y trágico con el aventurero inglés Denys Finch-Hatton que tan eficazmente interpretó Robert Redford en la película. La casa fue comprada por el gobierno danés y donada como regalo al gobierno de Kenia tras la independencia del país en 1964. El lugar fue utilizado como el escenario para el rodaje de la película homónima. Hoy en día se puede visitar como museo.

La visita a la casa continúa en el terreno que la rodea donde la antigua maquinaria agrícola utilizada en la plantación remata el final de los caminos bordeados de arbustos. Al fondo, el verdor inigualable de las colinas Ngong, un parque natural de increíble belleza donde hoy todavía se puede realizar un safari fotográfico y encontrarse con los habitantes Masai de la zona.

En 1931, Karen Blixen se había resignado ya a la idea de abandonar Africa. Ya no podía mantener ni la plantación ni a sí misma. Su familia rehusó invertir más capital en la hacienda y el sueño del café se quedó en eso….una desafortunada aventura.

Por si fuera poco Denys Finch-Hatton, con quien compartía su vida desde hacia más de seis años, muere trágicamente al estrellarse la avioneta que pilotaba. Los dos habían pasado en aquel pequeño planeador momentos inolvidables sobrevolando las sábanas y los parques naturales y asistiendo al impresionante espectáculo de la naturaleza africana en acción. Blixen enterró a Finch Hatton en las colinas que habrían de ser para siempre su sepultura. Poco después regresó a Dinamarca y nunca más volvió a Africa.

La memoria de Africa, no obstante siempre le acompañó. Se decía que en su estudio guardaba un mapa de Kenia y las fotos de Bogani, el nombre que recibió la casa donde vivió y que en swahili significa la casa del bosque, y el escenario de su novela. Cada noche, antes de ir a dormir, viajaba allí con la imaginación, recordaba el aroma del atardecer  y se preguntaba si por fín estaría lloviendo en Ngong.

Esencias legendarias.

Nosotros también nos hemos puesto a imaginar cómo podrían oler aquellas noches, rodeadas de árboles y arbustos y animadas con los rugidos del león y de los elefantes.

Hemos encontrado ese aroma hecho vela gracias a los perfumes de jardins d’ecrivains.

Resalta el olor a ámbar y a su extraña mezcla de tierra, incienso y tabaco, para recordar las conversaciones y las palabras perdidas en las noches de acampada bajo la luna africana.

El almizcle pone el tono afrodisiaco y  transporta el espíritu y los sentidos a las colinas de Ngong.

El cedro nos trae las notas suaves de su madera que huele a papel y a imprenta. Como las noticias de tierras lejanas.

Una vela así alumbraría las noches de Karen Blixen y sofocaría un poco su sarcasmo. Murió en la misma casa en la que nació rodeada de todos los personajes de sus historias. Tenía 77 años o al menos eso se decía, porque según ella misma había confesado:

«En realidad tengo tres mil años y he cenado con Sócrates.»

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