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Una flor medieval: el clavel

13 enero, 2012 No hay comentarios

Hay quien dice que el clavel es la flor más importante del mundo. Nosotros no llegamos a tanto, pero tenemos que admitir que es ésta, una de las flores más presentes en nuestra vida cotidiana, al menos, por esta parte del mundo. El clavel es la primera flor del estío y la que más dura.

Esbelta y colorida, la planta del clavel se cultiva artificialmente durante todo el año y lo único que requiere es sol de plano, buena tierra y abundante riego. Los floristas la utilizan habitualmente en sus ramos, siendo un importante componente en la elaboración de un arreglo. También se cultiva en macetas. Estamos acostumbrados a ver sus flores tanto en los patios andaluces como en los balcones o en el alféízar de las ventanas de toda la geografía española. En general el clavel silvestre florece durante la primavera y el verano, anunciando con sus colores la llegada del buen tiempo.

La patria del clavel no es bien conocida, aunque es probable que su origen esté en las montañas del sur de Europa. Conocida la flor desde el medievo, dice la historia que fue San Luis, quien hacia 1270, trajo el clavel a Europa desde Túnez. Sin embargo, es en el siglo XVIII cuando se pone de moda. La gente se cansó de los bulbos y tulipanes holandeses y se fijan en los vistosos y coloridos claveles que comienzan a cultivarse.

Un catálogo inglés citaba en 1702 más de 360 variedades. Antes, en 1660, ya había publicaciones con preceptos y sugerencias para el cultivo de los más hermosos claveles. La ciudad de Brabante, en antiguo territorio de Flandes, se convertiría en el centro de producción y distribución de claveles por toda Europa. Sin embargo, con el aumento de las expediciones científicas alrededor del mundo, los botánicos, empiezan a llenar el mercado con nuevas y exóticas flores, con lo que la pasión por los claveles empieza a decaer a partir de 1800.

En cuanto a sus usos medicinales, poco hay que decir. En realidad, no es una planta que se caracterice por poseer intensas propiedades medicinales, utilizándose principalmente en perfumería.

Antaño se usaba un agua de clavel como colirio para el lavado de ojos cansados o dañados, preparando compresas de agua destilada de claveles de jardín. La base científica del remedio está poco clara. Se decía entonces que las pequeñas manchas de las hojas de la flor se parecían a las niñas de los ojos; de ahí se propuso el extraer el espíritu del clavel, para remediar las dolencias oculares.

Sin embargo, la esencia del clavel es original e indescriptible, utilizándose en variedad de perfumes. En Santa Maria Novella es la base de su aroma Garofano y es espectacular.

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